Si alguna vez has leído o hecho una formación sobre gestión del tiempo, seguro que te has encontrado con Stephen Covey y su matriz. Conocerás entonces su gran aportación, la de poner el foco en las cosas importantes por encima de las urgentes.

Si no es tu caso te lo resumo con la metáfora de las piedras y el bol. Viene a decir que, si metemos primero las pequeñas luego no tendremos espacio para las grandes. Sin embargo si metemos primero las grandes, las pequeñas, y hasta la fina arena, encontrarán huecos por los que colarse y conseguiremos que todas entren.

Lo que muchas veces se nos olvida es que entre esas piedras grandes Covey incluye también el ocio, la diversión y el crecimiento personal. Vamos de casa al trabajo y del trabajo a casa. Con suerte conseguimos atender nuestra parte familiar (que ya es un logro) y relajarnos un rato después de cenar. Y aun así algo falta. Algo que te ayude a tener más momentos estimulantes,  experiencias motivadoras. Ver la tele tirad@s en el salón relaja pero difícilmente motiva y te hace vibrar.

Y puede que llegue el día en el que empieces a pensar que el domingo es más aburrido que un estresante lunes, donde por lo menos te emocionas al  conseguir ese cliente que tanto tiempo persigues o si tu equipo  logra que le aprueben el proyecto que tanto esfuerzo os supuso.

Y te asustas pensando que algo no está funcionando. Que el trabajo te está alienando, que te ha abducido y que ya no sabes disfrutar de la vida sin él.

Por eso me gusta la versión de este “mal” que da Mihaly Csikszentmihalyi en su libro Flow. En él nos invita a planificar también nuestro ocio (ojo, que no se trata de organizarlo como una agenda sobresaturada). Tal y como lo entiendo se trata de rescatar ese ocio y esas oportunidades de crecimiento de Covey y darles el valor y atención que se merecen.

“El futuro pertenecerá no solamente a la persona instruida, sino a la persona que haya sido educada para usar su ocio sabiamente”

C.K. Brightbill

Asegurarnos de que antes de acabar la semana habremos ido a ese sitio que queríamos visitar o habremos hecho el deporte que tanto nos gusta o asistido al curso, al concierto, al evento que tanta ilusión nos hacía. Se trata de tener  tiempo para aquellas cosas en las que somos más nosotr@s mism@s, en las que fluimos, las que nos apasionan. Se trata de no oírnos decir: “si tuviera tiempo me encantaría…”

Así que te animo a que revises tu agenda. Pon la primera piedra grande de ese ocio que realmente marcará una diferencia en tu semana y en tu forma de vivir fuera del trabajo.