“Es lo mismo pero…no es igual”, esta frase de una pareja clásica del humor fue la primera que vino a mi mente al leer uno de los capítulos del libro de mi admirado Enric Lladó, Tocar con  palabras.

Y es que cuando contamos algo a alguien generamos imágenes en su mente, sensaciones y emociones y nada es inocuo en la comunicación: conseguir  un oyente positivamente emocionado  nos allana el camino para presentarle la parte menos amable del discurso.

Enric lo explica muy bien con un ejemplo. Imagina que eres un responsable comercial y que este mes has conseguido vender más unidades de las previstas aunque para ello has tenido que hacer más descuentos de lo esperado. Vamos que la rentabilidad ha sido baja a pesar del éxito de ventas. ¿Cómo explicas esto a tu director comercial?

Opción A: “El resultado es que hemos vendido más unidades disminuyendo la rentabilidad”

Opción B: “El resultado es que hemos disminuido la rentabilidad vendiendo más unidades”

¿Sabes cuál es la que Enric nos propone?. Pues sí, la primera. ¿Y por qué? Pues porque al escuchar “hemos vendido más unidades” el director visualiza esas ventas, esto genera una sensación inmediata en su cuerpo y una emoción y desde ahí recibe la segunda parte, la de “menos rentabilidad”.

La diferencia con la B es que aquí verá la parte mala con buenos ojos y eso amig@s…marca la diferencia.

 

Visualiza lo positivo

Sensación positiva

Visualiza lo negativo
desde la sensación positiva

 

El truco está pues en asegurarte la emoción positiva primero para que el resto lo reciban desde esa sensación.

Y ahora viene lo bueno. ¿Para qué me puede servir esto a mí? Seguro que tendrás muchas ocasiones en las que poder usar este “truco” pero te propongo que pongas mucha atención en estas dos posibles oportunidades:

Cuando tienes que evaluar a alguien, ya sea un compañero de trabajo, un alumno o tu hij@, sigue la secuencia. Hazle ver primero lo bueno  que ha hecho, su logro, su punto fuerte y desde ahí, desde esa emoción positiva que le has generado, regálale tu evaluación de lo que puede mejorar, de lo que tiene más débil, de lo que podría corregir. ¿Puedes imaginar el efecto que vas a conseguir?

Y como siempre digo, lo que vale para tu comunicación con otros vale para la comunicación contigo mism@. Cuando te descubras “evaluándote” aplícate la misma ecuación: primero busca lo bueno que hiciste, empodérate y desde ahí asume qué no te salió tan bien y busca el aprendizaje y la solución.

Porque aquí el orden sí cuenta y aunque parezca lo mismo…no es igual.