Una de las necesidades que como coach más oigo entre las empresas es lograr que los empleados alcancen sus objetivos del mes (y por tanto la empresa, claro).

La clave es conseguir implicar al equipo en vez de imponer. Hacer que se sientan parte de los objetivos y el éxito del proyecto. Es más fácil hacer aquello que queremos hacer que aquello que debemos, tenemos, nos dicen…que hay que hacer. Pero ¿sabemos qué queremos? ¿Saben las personas de nuestro equipo qué quieren …realmente?

Y aquí es cuando el coach te dice que si quieres que tu  equipo haga esa reflexión eres tú quien debe provocarla. En eso se basa tu capacidad de liderarles: en ilusionarles con la meta final haciéndola suya.

“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”

 Antoine de Saint Exupery, 1997)

La cuestión es que no se trata de evocar “tu idea de mar” si no la suya. Y para ello necesitarás saber cuál es, y para eso tendrás que preguntárselo, pero ojo, que según sea tu habilidad para hacer las preguntas conseguirás o no ayudarles a descubrir lo que realmente les motiva, lo que les da la energía para lograr las metas que buscáis.

¿Qué te parece usar algunos de los “trucos” de tu coach? Pues bien aquí te dejo los más potentes, que no por ,“aparentemente” sencillos, son menos eficaces. De hecho son la clave del éxito en cualquier proceso de coaching.

Así que si tienes un equipo, prueba a mantener conversaciones individuales siguiendo estos pasos:

1- “Estar a lo que estás”: que sería la forma coloquial de estar presente en la conversación, de manera consciente, sin enjuiciar cada frase del otro ni pasándola por filtros internos, sin “rumiar” tú opinión personal, sin escuchar tu voz interior que te lleva a otros pensamientos o tareas tuyas que, en este momento, solo te están distrayendo.

2-Practicar la escucha activa: atendiendo  a lo que la otra persona te dice pero sobre todo a lo que no, a lo que te indica su lenguaje corporal y su tono, a lo que omite y a lo que distorsiona. Atiende a la emoción que hay realmente tras la historia que te cuenta y hazle saber con tus gestos y repeticiones de ideas que estás atendiendo auténticamente. Máxima atención para ayudarle a ver lo que no ha visto aún. (¿Entiendes ahora lo importante de cumplir con el paso número uno: “estar a lo que estás”?)

3-Las famosas preguntas poderosas del coaching. Su secreto es que son preguntas abiertas, sencillas, que no buscan que tú sepas más o que la otra persona se justifique. Buscan que sea ella quien descubra, profundice, se comprometa y actúe.

Serán aquellas que empiecen por un “qué, cuándo, dónde, cuánto o para qué”.

Sólo hay una que debes evitar todo lo posible: “¿por qué?”. Sólo llevará a pedir justificaciones o a que la otra persona se sienta juzgada. Mejor un “¿qué te ha impedido? o ¿qué te ha hecho hacer…?” (Dítelas en voz alta y siente la diferencia)

Siguiendo estas tres pautas ayudarás a tu equipo a conocerse, a saber qué le motiva y a que lo compartan contigo. De ahí a que les dibujes el “mar libre” que cada cual necesita sólo queda un paso, el de un o una líder.